Me llamo Karem Noris-Suarez, la segunda hija de papá italiano y mamá maracucha, nací en Venezuela. Vivo en Colombia desde hace 4 años con mis dos hijas.
Quiero compartir algunos conocimientos y aprendizajes que pueden ser de utilidad para poder transitar de forma más amable con nuestro cuerpo todos los cambios asociados a la menopausia. Además de entender, en lo posible, cómo prevenir y mejorar la capacidad de adaptarnos a una etapa que afecta a la mujer de forma abrupta.
Desde muy niña me tocó aprender del tejido óseo. Antes de sufrir mis mayores cambios hormonales, es decir el cambio de niña a mujer y la primera menstruación, tuve una infección en el brazo donde una bacteria se alojó en mi hueso. Esto pasó en muy poco tiempo y en tan sólo 48 hrs ya se encontraba en el resto de mis órganos, transformándose en una septicemia. Así aprendí que el hueso podía servir de cueva para las bacterias y que los antibióticos no le llegan con facilidad. Y por ello, luego de que me salvé, mi segundo papá, el Dr Leamus, que me trató y rescató de una muerte segura, me dijo que tenía una enfermedad crónica. Es decir, que la bacteria podía salir del hueso y volver a la sangre aunque hubieran pasado 20 años sin síntomas. Eventualmente esto no sucedió, porque esta primera vivencia me enseñó que la salud y el bienestar de mi cuerpo era absolutamente necesario.
Por diversas razones, la vida me llevó (y siempre nos lleva) a estudiar primero bioanálisis, o como dicen acá en Colombia, microbiología. Me gustaba la medicina para entender mejor cómo funcionaba el cuerpo. Pero yo no quería ser médico, por lo que el bioanálisis fue perfecto para adquirir los conocimientos que quería. Paradójicamente, nunca ejercí como bioanalista convencional en un laboratorio clínico, sino que nuevamente la vida me empujó a seguir el camino de los estudios y terminé haciendo un PhD en Bioquímica, donde el objetivo central fue nuevamente el tejido óseo. Debía demostrar que unas moléculas que se producen cuando el hueso se recambia, cosa que a pesar de mis estudios no conocía que pasaba, servían para saber si perdíamos masa ósea y terminábamos con osteoporosis. Fue así como el hueso nuevamente pasó a ser actor principal en mi vida. Obviamente para la época, cuando mencionaba la palabra menopausia, era un cuadro de cambios hormonales que estaban muy lejos de mí. Tenía 25 años y, obviamente, la menopausia era para esas señoras que estaban envejeciendo. Y yo tenía, y aún tengo, lo que considero una buena herencia genética, que además criada con mucha libertad y dieta saludable me permitió mantenerme bien.
Algo interesante que aprendí en ese momento es que la menopausia, a pesar de que una la experimenta como cambios abruptos, se producen en el transcurso de un periodo de cerca de 10 años, comenzando en la premenopausia hasta que se alcanza la menopausia propiamente dicha, contada como los 12 meses posteriores a la falta definitiva de la menstruación.
A partir de ese momento, clínicamente establecen unos 6-8 años de postmenopausia. Y durante la perimenopausia y la menopausia es en donde en la mayoría de las mujeres se presenta el verdadero tsunami hormonal/humoral/mental y físico, si uno no se prepara y anticipa para ello. El poder prepararse y conocer qué herramientas podemos tener a nuestro alcance para transitar esta etapa, nos prepara para vivir esta nueva etapa de vida, disfrutando a plenitud, especialmente la libertad de no tener los sube y bajas emocionales que puedes padecer por todos los procesos degenerativos que se disparan si, y solo si, no tenemos conciencia de lo que cada uno de esos cambios nos están diciendo.
Estas herramientas que nos preparan para evitar las consecuencias de la menopausia son las que quiero transmitirles. Para que así, cuando estén cerca de la perimenopausia, se organicen para disfrutar de los cambios y no padecerlos. Las que ya están de lleno en el ojo del huracán que es la menopausia, pueden comenzar a entender y vivir el proceso de una forma proactiva, teniendo las herramientas para frenar o básicamente evitar los procesos degenerativos como osteoporosis, hipercolesterolemia, hipertensión, que la piel empieza a adelgazar, las articulaciones se ponen “crocantes” o, básicamente, empiezan a manifestarse enfermedades inflamatorias, ojo seco, entre muchas otras cosas. Así todas pueden llegar al periodo de postmenopausia siendo mujeres plenas y orgullosas de vivir esa nueva etapa de vida. Lo que en mi caso me mueve es compartir con ustedes algunos conocimientos y cambios de visión de una misma, cambios de dieta y filosofía de vida, herramientas que me hubiera gustado conocer cuando tenía 45 años y no tuve la conciencia de entender que la menopausia es un periodo no de envejecimiento, sino de adquirir una nueva conciencia y responsabilidad de vida, disfrutando todas las ventajas que tenemos en el siglo 21 para esto.