¡Hola!
Mi nombre es Marvilán Guevara. Soy venezolana y vivo actualmente en Madrid desde abril del 2017. Me gradué como Licenciada en química y, paralelamente, me he desempeñado como Terapeuta en medicina cuántica por más de 20 años. Te comentaré parte de mi historia para que entiendas el porqué de mi pasión de trabajar en terapias cuánticas.
Cuando tenía 14 años de edad me diagnosticaron una enfermedad inmunológica, Lupus eritematoso sistémico, patología que, para inicio de los años 90, la medicina de la época desconocía el origen de este tipo de enfermedades y, por ende, su cura. Recuerdo haber escuchado a unos de los médicos decir que yo era muy joven para este tipo de enfermedad, que no iba a poder tener hijos, es más, mencionó que tenía que controlar mucho el funcionamiento de los riñones, porque si no podría ser mortal.
En ese momento pregunté una y otra vez. ¿Qué me está pasando? ¿Qué enfermedad es esa? ¿Cómo se cura?, el doctor vio a mi madre, buscando su aprobación para poderme explicar, ella asintió con la cabeza y el doctor se dirigió hacia mí—: tienes una enfermedad incurable y, como su nombre lo dice, no podemos curarte, pero te mantendremos con tratamientos y veremos cómo vas evolucionando.
A partir de allí, empecé a escuchar muchos “No”. No puedes llevar nada de sol, no puedes hacer más deportes, no puedes comer nada que contenga químicos, no puedes hacer nada que te genere estrés, no puedes…
Ya habían pasado algunos meses cuando me di cuenta de que me habían mentido. Me habían llevado a tres o cuatro especialistas, me habían realizado una gran cantidad de exámenes médicos, y desde el principio lo que me informaron fue que tenía una artritis reumatoide y que por eso mis articulaciones estaban tan inflamadas, rojas y dolían.
Recuerdo cuando empezaron los síntomas. Yo hacía muchos deportes y solía sobresalir en ellos. Por lo general, me quedaba hasta tarde en el colegio para poder practicar, y un día comencé a sentir cierto dolor en los dedos de las manos, luego en la noche se inflamaban mucho y al despertar estaban tan inflamados que no podía moverlos. Al pasar los días ya no eran sólo los dedos de la mano; eran las muñecas, las rodillas y, poco a poco, todas las articulaciones de mi cuerpo.
Durante cinco años, fui sometida a muchos tratamientos agresivos, muchas visitas al hospital y, en la gran mayoría, debía quedarme allí por varios días. Pero, a pesar de los muchos “no” de los médicos, yo decidí continuar adelante y, mientras lidiaba con una “enfermedad sin cura”, me dediqué a estudiar. Terminé el bachillerato y entré a la universidad para estudiar Química. Cada vez que recaía, los médicos aconsejaban que dejara de estudiar porque estaba muy agotada y me generaba mucho estrés.
Poco tiempo después, se desencadenó una segunda enfermedad inmunológica, Púrpura trombocitopénica idiopática, lo que un año más tarde requirió de una intervención quirúrgica urgente (esplenectomía). Al paso de tres meses, aún en proceso de recuperación, se formó una trombosis ilio-femoral venosa profunda en la pierna derecha. Nuevamente, necesité de otra intervención quirúrgica y, a partir de allí, se me generó una arteritis temporal del lado izquierdo del cerebro, gastritis crónica, y otras complicaciones adicionales.
Un día asistí a una consulta médica. Al entrar observamos, mi madre y yo, que nos esperaban dos doctores. Nos comentaron que ya mis complicaciones eran determinantes, que cada día mi cuerpo se iba a deteriorar cada vez más. Sus palabras exactas fueron—: vive lo que no has vivido y disfruta todo lo que puedas. Les pregunté si me estaban desahuciando, a lo que respondieron con un no, pero que cada día me complicaba más.
Al salir de la consulta, nos montamos en el elevador y, con gran impotencia, molestia y rabia, le dije—: Madre, no sé lo que voy a hacer, cómo lo voy a hacer, pero de algo estoy segura y es que la decisión de mi vida ya no es de los médicos, ya no está en manos de ellos. Fue entonces en ese momento cuando comprendí que necesitaba de algunas herramientas u otro tipo de ayuda que no se consigue en un hospital o en una clínica.
Esa noche estaba muy triste y decepcionada, creo que lo más que sentía era rabia de estar así, de estar enferma, ver que mi cuerpo no respondía igual, no tenía fuerza, ya no había parte de mi cuerpo que no doliera. Fue entonces cuando desesperadamente le pedí, le imploré a Dios, que por favor pusiera algo en mis manos que me ayudara a sanarme. Sentía que lo tenía que hacer yo, que era mi decisión, mi trabajo personal.
Decidí buscar más conocimientos, y me dediqué a leer libros que me dieran más información científica, donde pudiera encontrar respuestas más acertadas y con un toque de positividad a lo que estaba viviendo.
¡Lo que iba descubriendo me fascinaba! Porque estaba descubriendo un mundo insólito para mí. Comencé a pensar en una forma nueva, a cambiar mis creencias, mis hábitos, a tener más consciencia de mi alimentación. Fue recolocar mi cerebro a la medida que iba reconociendo mi potencial latente de grandeza y mi verdadera capacidad ilimitada, de la que no tenía la más mínima idea.
Esta nueva creencia permitió cambiar mi vida. Me sané totalmente, y aunque con el tiempo volví a padecer de otra enfermedad inmunológica, miastenia gravis, ya tenía las herramientas suficientes como para analizar el cómo, cuándo y el porqué de ésta enfermedad. Así que me dediqué a sanar con amor y paciencia a esta nueva etapa de mi vida.
A mis 43 años de edad, estoy sana, llevo una vida equilibrada con dos maravillosos hijos, y justo ahora, me propuse trabajar en esta nueva y maravillosa etapa fisiológica llamada “Menopausia”, que pronto me tocará, la cual recibiré con paciencia y muchos conocimientos para abordarla. Como mujer te puedes encontrar en este momento con varios posibles escenarios, independientemente si eres soltera, casada o separada. Te daremos muchas herramientas que requieres para enfrentar esta nueva etapa en tu vida, de maneras didácticas y prácticas. Aquí encontrarás respuestas a muchos malestares ya presentes, tanto fisiológicos como emocionales y te proporcionaremos consejos de como minimizarlos o eliminarlos.